El
Parrón y la Alameda
Un
orden en el paisaje chileno
creo
que tal vez un parrón
para
poder servir como parrón
debe
ceñirse a su propia ley,
del
modo como
se
suceden casi a la misma distancia
los
mismos álamos
a
ambos lados del camino
para
formar una alameda:
cada
uno ligeramente distinto del otro
pero
con las mismas hojas
que
cuelgan casi sueltas de las ramas
y crean
una penumbra continua
interrumpida
por rayos de sol que se cuelan
de
tanto en tanto por entre la misma luz
filtrada.
No
diez, pero tal vez si veinte álamos
alineados
a cinco metros uno del otro
a
ambos lados del camino,
pueden
llevar a la plenitud
de la
experiencia de una alameda chilena;
esa
es creo,
la
precisión poética
que
hay que encontrar
para
la arquitectura.
Tal
vez no se trate de seguir normas
para
ordenar la vida,
sino de
encontrar esas leyes inefables
que
la vida sigue milagrosamente,
para
darle un lugar pleno donde detenerse
como
un romero tan pasajero
como
ella es.
afectuosamente,
German
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