martes, 31 de octubre de 2006

Presentacion del Premio Nacional, por Patricio Schmidt




















Tumba Geometrica,
en la isla Cíclada de Naxos
Grecia.





Presentación del Premio Nacional de Arquitectura de Chile, 2006
Germán del Sol y su obra:

La arquitectura de Germán del Sol impresiona,
su arquitectura hace pensar, hace pensar profundo.
Su arquitectura a nadie deja indiferente.
Definitivamente la obra de Germán del Sol,
no es “más de lo mismo”.

A mí muchas veces me sobrecoge,
me admira su obra y su consecuencia,
lo consecuente de su obra con su palabra.
Conozco su palabra y conozco su obra,
he visto amanecer y ponerse el sol
en muchas de sus obras.
He sentido lo que él sintió.
He sentido lo que quiso hacer sentir.

Germán es un hombre de gran fuerza y energía,
en su actuar y en su pensar,
en lo que dice,
en cómo hace lo que hace,
y en como hace lo que dice.
En su propuesta.
Que es una propuesta de vida.
Inseparables en Germán del Sol
son la vida y la arquitectura.
La arquitectura es su forma de vida,
no es solamente su obra o su labor profesional,
es una manera de vivir;
la arquitectura está en su cotidianeidad,
en su quehacer constante.

Alguien decía que la arquitectura más que un arte,
más que una técnica o más que una ciencia, es un quehacer,
es algo que se hace, algo tangible.

Germán del Sol hace de la arquitectura mucho más que eso:
hace de la arquitectura una vida,
una forma de vida, fundida,
fusionada intrínsecamente formando parte de todo lo que hace.

Pero diré aún más: Ese ser consecuente, esa forma de vida,
marcan a su arquitectura de una inefable espontaneidad y naturalidad:
La de Germán del Sol es una arquitectura sin dobleces.
Su arquitectura es franca, es respuesta verdadera,
sin pretensiones vanidosas, sin adornos innecesarios,
es abiertamente una resultante de ese todo, de su vida,
de su pensamiento, de sus planteamientos,
de su postura frente a las cosas, de su propuesta,
de su ser impreso en su obra.

Impresiona esa franqueza, esa a veces descarnada respuesta:
su arquitectura es como él: espontánea y valiente. No claudica.
Crece sí, avanza, progresa, vive su formación constante,
su camino de vida, pero siempre apoyado en principios sólidos
y en un pensamiento profundamente analítico
que tiene el pragmatismo de quien busca constantemente descubrir,
develar mediante la utilización de todas las herramientas
que nos da esta profesión
―nos recuerda que la palabra “Técnica”
viene del griego “Hacer Aparecer”―
para así construir un mejor habitar del hombre,
reconociendo la realidad de ese hombre,
quitándole todo lo superfluo,
todo aquello que no es necesario,
quedándose con lo sustancial,
yendo siempre al fondo del problema,
entregando una respuesta sencilla en su lenguaje y en sus recursos,
pero admirable en su franqueza,
su fuerza y su conceptualización.

Con sencillez, con muy pocos elementos generalmente,
logra maravillar con sus espacios, sus proporciones,
su respeto a la naturaleza, su respeto a la esencia de las cosas,
de los materiales, de los lugares, de las personas, del hombre,
de las situaciones, del alma misma de los desafíos a los que se enfrenta.

Pero hay algo más: Germán es un poeta. Y como poeta, es un apasionado.
Poeta de la arquitectura, pero una vez más, poeta de la vida, de su vida.
Efectivamente, es un hombre lleno de pasión, su espíritu hierve de pasión,
nos lo hace sentir cuando habla, nos lo hace sentir con su obra, con lo que hace.
Y nos transmite su pasión, lo que quizás es su mayor compromiso
como premio Nacional de Arquitectura 2006: transmitir su poesía y su pasión
e iluminar con ellas. Su pasión por la verdad, por lo verdadero,
por una arquitectura que sea un testimonio de su verdad.
Germán reconoce su pasión, que es hija de su ser y de esa apasionada defensa
de su propuesta de sencillez y de verdad a través de la creación arquitectónica.

Sencillez apoyada en el ingenio. Vaya que sí! Un gran ingenio,
que es uno de sus recursos más sustanciales,
un recurso que él mismo afirma que no puede ser despreciado,
que es resultante de la escasez, de la pobreza.

El hombre nació pobre de cosas ―dice― pero rico en ingenio,
y ésa fue la herramienta más importante que tuvo
para enfrentar sus desafíos de vivir mejor, y creó así la riqueza.

La riqueza, hoy malentendida como la acumulación de bienes materiales,
se fabrica, es también respuesta,
pero debemos reconocerla cuando la vemos y la buscamos donde realmente está,
y claramente no está en esa rutilante y encandiladora parafernalia inútil,
sino está en la belleza, en el sentimiento bien expresado,
en el resultado verdadero, consecuente. Apasionado.
Nos enseña con su arquitectura tan poética y llena de verdades
a mostrar nuestras pasiones, sin temores, sin miedos: SEAMOS APASIONADOS!!!

Pero hay algo aún más profundo en la arquitectura de Germán del Sol: Él busca.
Sí, su arquitectura es una búsqueda, una búsqueda constante y sin descanso.
Busca tener conciencia, conciencia de su mundo, de su problemática, de su realidad.
Busca la belleza.

Me ha dicho Germán: “La belleza es el resplandor de Dios”
Y en su lenguaje sencillo y entendible me ha explicado que esa búsqueda de su vida,
esa búsqueda de la consciencia, de estar consciente, lo ha llevado a buscar la belleza,
esa belleza, ese resplandor de Dios.

Pero claro, este no es un desafío fácil ni de resultados garantizados,
exige sacrificios, postergaciones, exige humildad y reconocer errores,
exige caminar por un camino de esfuerzo.

A veces me parece que la belleza ya no importa, dice Germán,
parece que está prohibido o es mal visto decir que algo es feo.
NO! La belleza es el resplandor de Dios,
y nuestro deber insoslayable es ir tras ella.

Para eso hay que tener conciencia de la luz.
Tener conciencia de la luz nos da la fuerza,
el valor, la claridad para hacer sin ceguera,
nos da la sublime seguridad de estar en el camino correcto:
Y ese camino es EL AMOR POR HACER UNA COSA MEJOR.

Nada da lo mismo. Cada desafío,
por pequeño e insignificante que a primera vista nos parezca,
es importantísimo para el mundo y para nuestro propio camino de vida;
ése amor es uno de los fuertes mensajes que nos entrega hoy Germán Del Sol.
Hay que romper esquemas persiguiendo ideales.
Hay que luchar con pasión (y con poesía)
para no dejar que los pensamientos nos apaguen los sentimientos.

Caemos con frecuencia en lugares comunes
que fundamentamos orgullosamente en racionales intelectualizaciones,
y no nos damos cuenta que estamos escondiendo nuestros sentimientos,
no los dejamos aflorar, los dejamos estancados detrás de la puerta de los temores,
y ahí se apagan de inanición,
mientras alimentamos erróneamente al fugaz pensamiento.
No nos equivoquemos, dejemos salir a los poetas que tenemos dentro,
demos rienda suelta a nuestra pasión en nuestra respuesta arquitectónica.

Para terminar, quiero hablar de la preocupación de Germán por la pobreza,
la pobreza no resuelta que existe en Chile. Y también de la pobreza mal resuelta.
Eso nos toca a nosotros. Son campos de trabajo, de lucha, de creación,
son campos depositarios de nuestra pasión y de nuestros sentimientos
que corren como sangre caliente por las venas de nuestro quehacer arquitectónico,
inseparables de nuestra vida, de la vida de cada uno de nosotros,
y nos llaman a gritos. Escuchémoslos con atención, con el corazón abierto,
con generosidad.

La respuesta a los infinitos y múltiples desafíos que plantea la pobreza
son la mayor parte de las veces revestidos de sencillez,
con respuestas simples e interpretables como básicas
se cubren las necesidades en plenitud, pero con belleza.

No debe haber más búsqueda que esa. Plenitud y belleza en las soluciones.
Generemos esperanzas. Pero esperanzas basadas en la fe y la confianza.
Fe verdadera, esperanza y fe que sean tan potentes e indestructibles
que hagan pedazos a esta cultura de la desconfianza en que vivimos.
Entonces tendremos claro que no hay que generar expectativas. No.
Hay que generar esperanzas. De verdad.
Esa es la postura positiva ante la arquitectura y ante la vida.

Busquemos la verdad, la belleza, la luz, no nos dejemos vencer, seamos consecuentes. Analicemos, analicémosnos a nosotros mismos, analicémoslo todo,
y entonces, cuando tengamos una postura frente a las cosas,
dejemos salir nuestra pasión y nuestra poesía, y repondamos con la fuerza,
el rigor y la seguridad demoledora del sentimiento, con nuestra conciencia de la luz,
con la indestructible consecuencia que llevan en su alma, en su espíritu,
en su corazón, las obras sencillas, hechas con poco, pero que van tras la verdad,
tras la belleza, tras el resplandor de Dios.

Hoy se le ha otorgado el Premio Nacional de Arquitectura de Chile versión 2006
a un hombre que detenta esta consecuencia, al arquitecto Germán del Sol,
quien ha adquirido en este momento el compromiso con Chile y con nosotros
de perseverar en esta transmisión contagiosa de su mensaje,
constituyéndose así en un iluminador de futuras generaciones.

Dejo entonces con ustedes al arquitecto don Germán Del Sol Guzmán, Premio Nacional de Arquitectura de Chile 2006...



Patricio Schmidt Correa
Santiago, 28 de Octubre de 2006

No hay comentarios.:

A Mi Capitán Luis Rosselot.

“Oh Capitán, mi Capitán", El duro viaje parece concluido, A los lejos se escuchan Ruidos de puerto.... , ...