Estimados
amigos,
Imagino
que estarás preguntándote como todos….
Todo
pasa. ¿Pasará esto también?
Y
agregaría un par de cosas:
La
sociedad de consumo lleva implícita la promesa
de
que a más bienes hay más felicidad.
Esa
es una expectativa que nadie puede cumplir.
Porque
nuestra felicidad no depende
de
nadie más que de nosotros mismos.
Aunque
no lo pueda practicar, lo tengo clarísimo.
En
los estados de “bienestar” como Suecia o Alemania,
hay
mucha gente infeliz,
más
“en promedio” que por ejemplo en Costa Rica,
donde
la gente es ingenua.
Las
estadísticas sirven para respaldar cualquier prejuicio
que
uno tenga. Es cuestión de elegir.
Basta
ver “los miles de científicos” que culpan al Co2
del
calentamiento global.
Si
Chile crece, es para ser un poco mejores
como
personas. ¿O no?
Pero
es comprensible que el primer impulso
de
personas que sienten que “nunca han tenido nada”,
sea
tener cosas aun a costa de endeudarse.
Ningún
deudor es feliz. Todo deudor trata
de
justificarse para no pagar.
Por
eso mi abuelo me aconsejaba que
-
si no quería perderlos-
nunca
prestara plata a los amigos.
Tal
vez por eso, los que sienten marginados
no
respetan ni cuidan el orden necesario para la vida
que
la mayoría respetamos y cuidamos como un tesoro.
Parecen
pensar que nuestro único interés es personal,
y
no un bien común.
Ideas
intencionalmente confusas tales
como
el Museo de La Memoria, y tantas otras,
no
ayudan a la gente a entender su pasado, ni su origen,
sino
a preservar una visión maniquea de la
vida chilena
dividida siempre entre buenos y
malos.
Un
abrazo,
German