martes, 25 de julio de 2006

Cuento del Cajón Negro.



















El cajon del estero Aihué,
en las Termas Geométricas.






Unos conocidos míos descubrieron
un cofre de fierro en buen estado
buceando entre los restos de un galeón
hundido en los canales de Chiloé.

En el cofre encontraron unas crónicas
de los conquistadores españoles,
con antiguos relatos Mapuches que cuentan
que buscando en los faldeos del Volcán Villarrica
unos cajones negros llenos de oro
que sus antepesados habrían enterrado,
encontraron unas fuentes termales muy abundantes
y con grandes poderes curativos
en una quebrada que corre hacia el sur del volcán.

Persiguiendo las termas de esta historia,
me encontré primero con que el cuento
había llegado hasta orillas del Lago Ranco,
y mucho tiempo después y por un amigo,
encontré las termas
en un fundo cerca de Coñaripe
llamado Cajón Negro,
tal vez por eso.

Saludos,

German del Sol
Diciembre de 2003

A Veces. A Juan Enrique Amenabar.










El Quique Amenabar, Juan Caribe, Angel Arrigorriaga (que tomò la foto) y yo, en la isla Margarita, Venezuela, Febrero de 1970



Un día en el mas allá,
los últimos serán los primeros.
Por el momento, y en el mas acá,
no.

A veces,
es mejor viajar ilusionado,
que llegar,
mejor retirarse a tiempo,
que esperar.

A veces,
es mejor pasar por el barro
sin ensuciarse,
que lavarse las manos,
sin pasar por el barro,
por no dejar no más.

Tener hambre es humano
y comer es milagro.
Mejor quedarse con hambre
que comer demasiado.

Es humano ofender sin querer
y queriendo también,
y mas vale pedir perdón tarde,
que nunca.

Celebrar es humano,
y cuando uno quiere
nunca faltan buenos motivos.
Mejor encontrarlos primero,
y celebrarlos después.
No vayamos a repetir los ritos
sin motivo, ni celebrantes.

Cuando se pierde se piensa,
mejor jugar que ganar,
pero siempre es mejor jugar,
que mirar.

Es humano reír y llorar.
Es mejor reírse de uno,
y llorar por otro.

Es mejor divisar cien pájaros volando,
que tener uno en la mano,
dice mi madre,
mejor tener sueños que valgan la pena,
no vaya a ser que se cumplan.

El hermano de don Julio Avilés,
no es tonto ni para soñar,
dice que sueña con gringas.

Mejor tocar primero la campana,
y salir después con la procesión.

Ni el placer ni el dolor
se suman o se guardan.
Son pasajeros,
que no se detienen:
el placer y el dolor, pasan.
Sólo queda, lo que hace falta.

El tiempo tampoco se guarda.
Dejándolo pasar confiado,
uno se asoma a la eternidad.
El tiempo que se cuenta,
es el tiempo perdido.

Pero lo que ha perdido amigo,
lo que no tiene,
no se lo quita nadie,
y tal vez por eso sea
lo ùnico que vale.

German del Sol
Diciembre 2004

lunes, 24 de julio de 2006

A Jorge Elton.















Quiero hacer un sencillo recuerdo,
un pequeño homenaje a Jorge Elton
quien supo descubrir y mostrar en su obras
aquello que hay de irrepetible para bien,
en cada momento y lugar de Chile,
y entre sus gentes.

Como dice el poeta Godofredo Iommi,
hay que ser absolutamente moderno.
Y yo entiendo que eso no significa
estar siempre buscando novedades,
sino mas bien volver al principio e intentar
mirar las mismas cosas con nuevos ojos.

Es decir, mirar de nuevo en otro momento,
y descubrir algo nuevo en el mismo lugar.
Descubrir por ejemplo, como Jorge Elton,
que para contemplar la naturaleza exuberante
que rodea el plano azul vacío del lago Villarrica,
dominado por gigantescos volcanes y nevados,
hay que crear un suelo propio desde donde mirar:
una losa plana continua separada del suelo,
como enseñó Le Corbusier,
un verdadero maestro,
-porque en chile, viene un maestro,
puede significar que llegó el gasfiter
o el electricista-
y este plano que se levanta
y se despliega en una dirección
como siguiendo el curso de una flecha,
es la única, quizá la mejor certeza
que puede ofrecer la arquitectura
para salir de uno mismo,
y contemplar embelezados como niños
todo lo que no conocemos:
el mas allá inesperado que es la naturaleza...

Al hotel Antumal en Pucón
se entra pegado al suelo de roca,
y se sale volando por la losa hacia el lago.
Se suma así la tradición mapuche,
con la arquitectura moderna.
Porque ser moderno es también entender
como San Agustín, que sólo hay
un tiempo que contiene todo aquello
que esta presente ahora.

Y Jorge Elton entiende que para abrir el espacio,
hacia el mas allá desconocido que es la naturaleza,
es necesaria una interioridad que retenga
por ejemplo, con la textura y el color
de la corteza de unos troncos de araucarias,
o con losas planas de hormigón
que contienen el interior entre el piso y el cielo
para que no se escape por los enormes huecos,
que abre para estar también afuera.

Ser moderno, es tal vez ser capaz de relacionar
lo que no tiene aparente relación,
porque quizá las personas y las cosas
solo se conocen en relación unas con otras.

No podríamos ni siquiera imaginar,
la riqueza inagotable de la naturaleza
que es un derroche de formas, de vida,
si hombres y mujeres no hubieran descubierto
en la línea recta y el plano, una certeza relativa,
latente en el bloque brutal que parece la naturaleza.

Jorge Elton es un arquitecto primitivo
porque entiende los deseos comunes de todos,
y al mismo tiempo, un arquitecto moderno,
porque entiende que hay que volver a construir
casi con las propias manos:
muchas veces llevó sus casas prefabricadas
hasta la obra para armarlas
en un carro arrastrado por su camioneta.

Y sus casas son tal vez, las únicas que conozco
que grandes o pequeñas,
siempre tienen la dignidad de un palacio,
como también exigía Le Corbusier,
tal vez para mostrarle a cada uno en su casa,
algo del esplendor que tiene su vida tal como es.

Jorge Elton goza con todo lo que hay,
y de esa mezcla donde las cosas no se distinguen,
como ocurre antes del alba,
va separando unas cosas de las otras,
y por oposición va haciéndolas aparecer.

Y aunque todo esto no sirva a nadie de consuelo,
sometidos a la majestad de su muerte,
creo que hay que elogiar la obra de Jorge Elton,
y recibir con modestia su herencia generosa.

German del Sol
Julio 2004

domingo, 23 de julio de 2006

Las Carreras de Llifèn. El Lugar en el Mundo.



















Semillero, Trueca, Hereje y los tres en Llifen, Julio 2004

El afecto proviene tal vez de los cuidados
que cada uno presta a los demás,
¿y porque no?, a si mismo.
Pensaba esto en las carreras de caballos a la chilena,
mientras el carro bomba venia a buscar
a un par de bomberos haciendo sonar su sirena
para ir a apagar un incendio,
conscientes de su importancia grande o pequeña,
que les da un lugar en el mundo,
que casi todos aquí encuentran.

Lo mismo da que este mundo sea grande o pequeño,
todos al fin y al cabo queremos ser queridos en algún lado,
quizá a imagen y semejanza de Dios,
a quien en su todopoderosa majestad
no se le ocurrió otro lugar mejor para hacerse querer,
que en este redondo Llifèn que es la tierra.
En una celebración a lo que es el pensamiento intuitivo
aparentemente irracional,
ese que una vez pensamos que era espontáneo,
sin duda acumulado por siglos de resolver con éxito
cuestiones vitales,
todo se desarrolla bien en este Ascott peluzón y buena onda,
por gracia de la providencia.
Todo parece fruto del azar y de la suerte. Nada organizado.
Sin embargo la providencia cuida al viejo porfiado, “el pata de lana”,
que se pone en medio de la pista a la llegada de los jinetes,
que corren a pie pelado y con espuelas,
y frenan el caballo entre saltos de matas;
el contrario guarda la caja, fija las reglas,
nadie pelea, todos gritan, los mas borrachos puras leseras;
los participantes mas serios que un celebrante
en un antiguo rito muy importante.
El cuidador que preparó el potro desaparece,
y el potro queda solo bajo los árboles;
para correr el jinete no tienen espuelas ni fusta,
las piden prestadas justo antes de la carrera;
el jinete parece contratado de toda la vida,
pero en realidad lo fueron a buscar a las cuatro de la tarde;
estaba esperando afuera del campo,
como quien espera que alguien lo salve.
Pienso, a pesar de leer unas páginas de Pessoa
que explica de modo brillante
que no hay nada que encontrar en un viaje,
que a él no le interesa en absoluto
porque lo que no está dentro de uno para él no existe,
que como somos una parte de la creación,
nuestro ser interior no refleja sino
un punto de vista entre millones,
que en parte se descubren saliendo de uno mismo,
por afecto o simple curiosidad hacia el mundo,
que es mas ancho y diverso que la imaginación mas fértil,
o el espíritu mejor iluminado.

San Agustín dice que “ la creación es un libro,
y el que no viaja solo lee una hoja...”
Te parecerá exagerado todo este cuento,
después de ir solo a las carreras de Llifèn.
No se si es fruto del aislamiento voluntario de la Quinta Chucao
o del recuento anual de cuentos y sorpresas,
o un la mezcla de las cosas que leo.

Coke, el cuidador del Chucao con sus mejores galas,
tan chupado que los pantalones se le caían por delante,
y no por atrás como a los hip-hoperos,
dejando ver la marca Hugo Boss, zapatos de Gorotex,
y una de mis camisas con las iniciales GS en el bolsillo,
(pensará que “GS” es otra marca mas supongo).

Queda después de todo, la inocencia y bondad del mundo rural,
donde tal vez, la agresividad de la naturaleza humana
se gasta en sobrevivir y no haciendo bobadas,
porque casi todos se necesitan unos a otros
para negociar la vida,
que aquí no se puede comprar callado
con una tarjeta en la mano
en una
caja.

Saludos,

German del Sol
Febrero de 2006

jueves, 20 de julio de 2006

Entrevista de Rosario Mena a German del Sol.



Si quiere leer la entrevista que me hizo Rosario Mena
en Nuestro.cl puede visitar el sitio:

http://patrimonioculturaldechile.cl/nuestro/biblioteca/textos/german_sol3.html

miércoles, 19 de julio de 2006

El Mejor Regalo de Guillermo Pollack

Don Guillermo Pollack,
fundador del Hotel Antumalal en Pucòn,
y del viaje como el placer de sumergirse
en la cultura y naturaleza del mundo.


En uno de sus viajes a Chile,
el Secretario de Estado Norteamericano George Schultz
visitó Pucón, en la zona de los lagos.
Su anfitrión fue don Guillermo Pollack
dueño y creador del Hotel Antumalal.

El Antumalal recogió con la arquitectura de Jorge Elton,
la idea ancestral del modo de vida mapuche
y de otros muchos indígenas de América,
de vivir en relación directa con el paisaje, (territorio)
sin la mediación de la calle del pueblo o la ciudad,
tan propia de Europa.

Don Guillermo, viendo seguramente que mister Schultz
era incapaz de desconectarse de sus tareas
aparentemente muy importantes,
para apreciar el lugar que venía a conocer,
y que ahora tenía a su alrededor,
en todo su esplendor gracias a la arquitectura,
le dijo:

“Mr. Schultz, no se por cuanto tiempo
UD. podrá aceptar este regalo,
que es lo mejor que puedo darle”…
y le puso una silla en medio del pasto
mirando hacia el gran Volcán Villarrica.

Y me contó don Guillermo,
que Schultz estuvo sentado inmóvil
por lo menos quince o veinte minutos.

Germàn del Sol
Diciembre 2005

sábado, 15 de julio de 2006

Los Remolinos Revisitado


El escritor Horacio Serrano Palma, "El Taita".

Un verano, cuando tenía 15 años,
Margarita y Marcela Serrano me invitaron
a la Hacienda Los Remolinos,
a orillas del rio Itata.

Quiero contar esta experiencia tan bella
que he conservado en mi corazón toda la vida,
porque creo que ella mantiene la esperanza
de que se puede ser feliz
si no se tienen apegos desordenados
por las personas que uno quiere
ni por las cosas que desea, o se tiene.

Para mi lo mas bonito y permanente
de la visita al fundo Los Remolinos,
tal vez sea, que aquel era un lugar irrepetible
-iba a decir irreductible-
donde el fruto de los cuidados no eran mas,
sino menos cosas;
donde la falta de cosas esperadas
hacía aparecer bienes inesperados:
así quizá, faltaba la luz eléctrica
para que pudiera haber proximidad,
conversación, y noche;
y había otras,
como el agua caliente,
la leche, o el pan,
que todavía tenían relación
con su origen en el horno,
la vaca, o en el fuego
que el Taita hacía cada mañana
debajo del tambor;
el campo parecía salvaje, inculto,
un poco abandonado a su suerte,
porque quizá el fervor no se enseña
haciendo producir un campo,
sino haciendo fervorosamente
hasta lo mas sencillo que toca hacer,
para que adquiera un sentido
en la existencia.

Creo,


Germán del Sol
Enero de 1965

viernes, 14 de julio de 2006

El Burro y el Caballo.






















El burro y el caballo.

El burro trota en el aire
casi sin tocar el suelo
mueve sus patas sin doblarlas
camina sobre ruedas,
el jinete de lado sentado atrás,
sujetado en un punto
las piernas colgando
el burro trotando apurado
sin titubear traza una recta cierta
en las posibilidades infinitas
del arenal descampado,
no cruza el espacio como un pájaro
que juega con el viento,
sino como un cohete o una flecha
lanzado hacia el mas allá invisible
que son los destinos humanos...

El burro es terco y económico como un Yaris,
no tiene la gracia y distinción de un caballo,
o la pedantería tonta de un dromedario,
el burro es el que da mas kilómetros
con menos pasto,
es la parte deseable de la pobreza:
no tener mas de lo que realmente se necesita,
para no depender demasiado de nada
que uno no este dispuesto a perder...

Pero no te hagas ilusión por eso
de que toda pobreza si no ha sido elegida
en si misma es buena;
una cosa es la pobreza del nómada
que elige para llevar en su camello
solo lo indispensable para ir
hacia su destino de pozo en pozo
ligero de equipaje,
y otra es la pobreza del que sufre hambre, frío,
soledad o sinsentido,
nada de esto elegido por el,
sino impuesto por la ignorancia
de las propias capacidades,
por la falta de cultura,
eso que Uds. a veces dan por descontado,
es esfuerzo de cientos de años
que han hecho las mujeres y los hombres
para superar la condición de la naturaleza
que en principio es puro sobrevivir
y poder hacer algo por el puro gusto de hacerlo
que es el sentido de la belleza y del arte,
imitando en eso un poco a Dios
que después de la creación
descansa el séptimo día para gozar de su obra,
porque una vida vivida siempre ocupada
aunque sea cada día de su propio afán,
sin detenerse a pensar en lo que se anda,
ni reparar en su destinación
no merece la pena ser vivida
porque es igual a la de un zorzal
que desde que sale del huevo
lo único que hace es tragar y botar...

bueno por hoy,

German del Sol

Ourzazate, Mayo, 2006

La alfombras y el Piso.


















Las alfombras son el suelo propio
que el nómada lleva consigo.
Alfombras de seda de cactus
mas frescas y suaves que la piedra,
una certeza transportable,
piso, cama, asiento,
frescura, suavidad, cuidados,
en ellas están pintadas
las historias de las familias,
son libros, riqueza, capital,
pasado que va con ellos,
tan leve como necesario,
suelo gentil que se enrolla
para llevar en el camello,
y se estira para dormir
cuando cae la noche,
con la dignidad que nunca tuvo
ni tendrá el mejor saco de dormir
nuestro....
porque la dignidad es un extra
de los cuidados
que la industria no puede ofrecer
a la masa en masa,
aunque habría que aceptar que
entre un buen vino-
que no tiene de natural
mas que un jugo de uvas,
que sin el arte y la gracia
al día siguiente es intomable
porque se avinagra-
y el agua que es pura naturaleza
y lo mas que se puede hacer con ella
es embotellarla
media la misma distancia
y la industria si ha conseguido
darle al vino la dignidad
que el rito pide para celebrarlo,,,,,

creo

German del Sol
Ourzazate, Mayo de 2006

Todo es lo mismo pero no es igual

































Todo es lo mismo pero no es igual.

para un bombero todo es incendio
y para el fuego todo es leña:
para el cocinero todo el monte es orégano;
para el comerciante negocio
y ocio para el flojo;
para el apurado siempre es tarde,
para el soñador todo esta mas allá,
y para el ciego donde lo pueda tocar;
para el ignorante todo es definitivo,
para el sabio todo es relativo;
para el carpintero todo madera
todo es posible para el minero
para el herrero todo son hierros,
para el torero tercios,
para el marinero rumbos,
y caminar es el camino
de los vagabundos,
para sufrir o gozar
todas son ocasiones,
para el que guarda todo es poco,
para el que pasa todo basta,
todo demora para el que aguarda,
y llega al que no espera nada,
para llamar y para despedir
alguien hace repicar
la misma campana...


German
4-3-03

jueves, 13 de julio de 2006

El Parrón y la Alameda Un orden en el paisaje chileno


























El Parrón y la Alameda

Un orden en el paisaje chileno

Creo que tal vez un parrón
para poder servir como parrón
debe ceñirse a su propia ley,
del modo como
se suceden casi a la misma distancia
los mismos álamos
a ambos lados del camino
para formar una alameda:
cada uno ligeramente distinto del otro
pero con las mismas hojas
que cuelgan casi sueltas de las ramas
y crean una penumbra continua
interrumpida por rayos de sol que se cuelan
de tanto en tanto por entre la misma luz
filtrada.

No diez, pero tal vez si veinte álamos
alineados a cinco metros uno del otro
a ambos lados del camino,
pueden llevar a la plenitud
de la experiencia de una alameda chilena;
esa es creo,
la precisión poética
que hay que encontrar
para la arquitectura.

Tal vez no se trate de seguir normas
para ordenar la vida,
sino de encontrar esas leyes inefables
que la vida sigue milagrosamente,
para darle un lugar pleno donde detenerse
como un romero tan pasajero
como ella es.

Saludos,

German

A Mi Capitán Luis Rosselot.

“Oh Capitán, mi Capitán", El duro viaje parece concluido, A los lejos se escuchan Ruidos de puerto.... , ...