Para vivir prefiero Chile,
pero
allá en Barcelona hay gente más educada,
comida
rica sana,
gente
bien vestida,
conversación
franca,
hay
espacio público público,
autos
chicos, veredas anchas,
sin
perros vagos, ni cuidadores de autos,
ni
estacionamientos pagados,
no
hay polución, el celular no manda,
los
niños no chillan en los restaurantes,
pero
no hay pájaros,
ni
olores fragantes,
ni
arboles grandes,
ni
playas playas,
ni
lagos ni campos,
ni
caballos sueltos ni cerros grandes,
no
hay nieves eternas
corderos
vivos
ni
ruido de agua,
no
hay bandadas de choroyes ni de trailes,
conejos
ni parques,
mesas
de café hay en todas partes
para
detenerse y ver pasar el tiempo,
no
hay pacos, ni alarmas,
ni
alambradas eléctricas,
el
hijo de Hitler gatea todavía,
casi
nadie trota
ni
se ven buzos ni zapatillas plásticas,
y
el polar es un círculo en el ártico,
hay
zapatos de cuero,
chalecos
de lana,
camisas,
pañuelos y manteles de algodón,
mastican
poco chicle, comida chatarra,
o
pellets en bolsa,
comen
sentados incluso los helados,
saludan
en el ascensor y en el restaurante,
andan
con chaqueta y sin jockey,
caminan
por la vereda y no van a ninguna parte,
no
se ven moles ni bombas de bencina,
en
vez de farmacias hay bares,
y
en vez de jeeps gigantes, hay motonetas,
pero
en vez de ser de allí somos de acá,
y
uno es de donde es
y
no de donde le conviene.
No hay que desear los bienes ajenos, no?
2 comentarios:
Pareciera que a falta de bienes urbanos, tenemos escapes naturales; quizás allá, los bienes urbanos hacen perder el anhelo de escapes naturales.
"no hay que desear los bienes ajenos, no?"...
exelente.-
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