Para sobrellevar bien el dolor y la destrucción,
hoy mas que nunca necesitamos de utopías.
Lo único que hay nuevo bajo el sol
es lo que está olvidado.
Y para sacarlo del olvido
están soñar despierto
-eso sí, con algo que valga la pena,
como me decía mi madre-
y la ficción que es el arte.
Con el tiempo la ficción
se convierte en realidad,
pero no hay realidad
sin sueños previos.
En el otoño del Patriarca de García Marquez,
el dictador viejo y caprichoso,
quiere canonizar a su madre.
Llama al Obispo, quien se niega haciéndole ver
que su madre no era ninguna santa,
y el dictador rápidamente le contesta,
"No se precupe Monseñor,
con el tiempo ya lo será."
hoy mas que nunca necesitamos de utopías.
Lo único que hay nuevo bajo el sol
es lo que está olvidado.
Y para sacarlo del olvido
están soñar despierto
-eso sí, con algo que valga la pena,
como me decía mi madre-
y la ficción que es el arte.
Con el tiempo la ficción
se convierte en realidad,
pero no hay realidad
sin sueños previos.
En el otoño del Patriarca de García Marquez,
el dictador viejo y caprichoso,
quiere canonizar a su madre.
Llama al Obispo, quien se niega haciéndole ver
que su madre no era ninguna santa,
y el dictador rápidamente le contesta,
"No se precupe Monseñor,
con el tiempo ya lo será."
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