Han pasado diecisiete años.
Y aún nos cuesta desapegarnos.
“Ser en la vida romero,
romero que pasa siempre
por caminos nuevos…
Ser en la vida romero,
pasar por todo una vez.
Una vez sólo, y ligero”,
nos pide mi mamá,
en la comida de despedida
de su casa de Américo Vespucio.
La pena no se acumula.
La felicidad no se guarda.
Uno es también lo que le falta.
Soy ciego, dice Borges,
y por eso me importan tanto
los colores que no puedo ver.
A unos nos falta la mamá.
A otros el papá.
A todos nos une hoy,
la falta de la abuela, la "Tita Olla" o "Alita",
el Tata Patricio Guzmán de la Fuente,
la "Nana", la "Luchita", la tía Raquel,
la tía Ena monja, el tío Hugo solo.
Están con nosotros
porque todavía nos faltan.
Es humano reír y llorar.
Con el tiempo nos podremos reír,
de lo que hoy día nos hace llorar.
La penas se pasan con tiempo.
La alegría se aprende riendo.
Lo malo pasa, también lo bueno.
A vivir se aprende viviendo.
“La cosa mas real y bella es vivir.
Y no olvidar que es nuestra tarea.
Estemos donde estemos, hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir”,
dice el poeta turco Nazim Himket.
Si es verdad lo que creemos,
todo el que cree aunque muera vivirá.
Nadie que cree muere en realidad.
Como dijo muy bien la Rosario,
si están en el Cielo como creemos,
estarán riéndose de las cosas
que antes les molestaban.
Es necesario el rigor.
Pero no es suficiente.
Sólo la esperanza basta,
para fracasar contentos.
Es mejor ver cien pájaros volando,
que tener uno en la mano.
La felicidad está en nuestras manos.
Aunque no podamos cambiar el mundo
como ellas querían,
podemos cambiar lo que hacemos de él,
mientras tanto.
Creer, es querer creer, dicen.
Quiero creer, y creo
que todo lo que nos falta está en el cielo.
Que, como dice Santa Teresa,
“Solo Dios Basta”.
Recuerdo al Tata Patricio, alto, sereno;
elegante, cariñoso, lleno de bondad.
Protegía por si acaso a la Rosario:
“a las mujeres no se las toca,
ni con el pétalo de una rosa”.
Su ingenio, la Maestranza,
Rafael Arancibia, el misterioso socio,
las casas que arreglaba con el dibujante Celli,
la locomotora a vapor,
el mono inflable Michelín del compresor,
el taller lleno de herramientas ordenadas,
su placer de arreglar cosas, que aprendí,
y que es un modo de poner la mente en blanco.
El Ford 30 el domingo en la mañana.
El silencioso Chevrolet 51 azul,
en el que fuimos a Viña “sin una pana”.
El Hotel Inglés de Casablanca,
donde tomé la primera Coca-cola.
No me gustó, pero fue inolvidable.
Los gustos son aprendidos.
La Coca-Cola, la langosta, o el coraje.
La Tita Olla iba a Los Gobelinos
todos los meses a cobrar sus juguetes.
El dueño la reconocía y la hacía pasar
para pagarle. Y ella sonriendo le decía:
“Después de que pase toda esta gente
que lo está esperando”.
Hay que renovarse con los tiempos.
“Seguir la tradición”, me dijo,
“no es usar el sombrero de tu abuelo,
sino comprarse uno nuevo como hacía él.”
“Lo importante no es cuidar las cosas”, me decía,
“sino cuidar el cuidado con que ellas están hechas”.
Con cuidado arreglaron su casa de Montemar.
Y la prestaban con preciosas instrucciones:
“Al llegar a la casa” que escribió la Tita Olla,
“Al dejar la casa” que escribió el tata.
Como desde la vereda de un pueblo,
mirábamos pasar cada tarde una fila de autos
a ver ponerse el sol en el camino a Con-Con.
Quedábamos inmóviles por el movimiento,
tan absortos por si ese ir y venir,
como si fuera el fuego de una chimenea,
o las olas del mar que vienen y se van.
Cuando se retira la ola en Reñaca,
hay que correr para sacar las jaibas,
de esa parte de la playa que aparece brillante.
La Tita Olla tenía talento
para tratar con belleza y rigor
las cosas mas verdaderas de la vida.
Para bien y para mal con su sabiduría
todo parecía mas fácil.
El matrimonio con amor,
y sino en silencio inocente.
La plata con trabajo honrado,
y sino la pobreza era virtud.
No había nada que transar.
Ni debilidades que aceptar.
Tenía ingenio para descubrir que los niños
juegan con cosas de verdad.
Con el escritorio con carnet, block de papel,
lapicera a pluma y tinta china, sobres,
lacre para sellar, y sobretodo chequera.
Su atracción fatal garantizaba
que mis amigos fueran a mi fiesta.
Y después a veranear en Reñaca
para conocer a la Carmen y a la Pilar.
Los muñecos de madera articulados
con un esqueleto elástico,
fueron primero huasos bailando cueca,
y después futbolistas de todos los países
que jugaron en Chile el mundial del 62.
Para las niñitas fabricaba el almacén,
con el mueble típico de entonces,
pero tenía un carro de supermercado,
y si no lo estoy inventando,
hasta una caja registradora,
jugos Nobis en miniatura,
que nos tomábamos a la pasada,
y tazas, platos y jarros de loza
que la Manena y la Paulina,
y unas niñas que cruzaban el jardín,
pintaban a mano en el taller del fondo.
Escalábamos las jabas
en que llegaba la loza de Penco,
o la higuera que después de almuerzo,
se quebraba.
Un domingo del año 64, si no me equivoco,
hubo elecciones presidenciales, y un terremoto.
Y un domingo del año 60 en que se casó
no sé si Pato o la Paulina, otro terremoto
mientras estábamos en el teatro Brasil,
la Pilar, la Carmen, Cristián y yo.
Esperando que empezara la fiesta,
para tomar helados.
Pero la cosa más cuidada y bella
que me hizo la Tita Olla con sus manos,
es un cuaderno con palabras en ingles,
y su significado pintado por ella.
Fue feliz en sus viajes a EEUU,
y después a Europa en carpa,
con Perico y la Nina, y los Correa.
Una vez le pregunté porque en los diarios
había puras noticias malas, y me dijo,
“La gente feliz no es noticia,
ni sale en los diarios”.
La última vez que vi a la Nana,
ella me miró a los ojos,
y me dijo sin pena,
¡Que seas feliz!
Fue la primera vez que pensé
que es lo mejor que uno puede esperar.
Cuando me iba a Barcelona,
lo único que me dijo fue, “prueba las cigalas”.
Otra vez me dijo, “Que en tu casa nunca falten
las cosas heredadas. Todo lo demás,
se puede comprar”.
“Para todo lo demás está Visa”,
dicen ahora.
En verano, la Nana nos llevaba
a recorrer los cerros de Valparaíso,
que ella quería mas que a Paris.
Subíamos y bajábamos en ascensores
que crujían oxidados, solos, oscuros,
misteriosos. Pero no íbamos por eso,
sino por el café helado
y los churrascos del Café Riquet,
que mirábamos con hambre desde arriba,
mientras dábamos vueltas por los cerros.
Íbamos, los cuatro primos más grandes,
aunque siempre los Rodríguez
fueron la luz de sus ojos.
Contaba que en Paris
cuando hacía mucho frío,
para calentarse las manos
compraba castañas asadas,
y se las metía en el bolsillo.
Apenas llegábamos a Ejército 141,
la Luchita nos llevaba a buscar huevos
en el gallinero “del fondo”,
que nos hacía después revueltos
en una paila abollada.
Un día, descubrió que tenía un calcetín roto
y me lo zurció sobre un huevo de madera.
Como seguramente me daba vergüenza,
me dijo: un calcetín zurcido
es mejor que un calcetín nuevo,
que cualquiera puede comprar.
Demuestra que alguien te quiere, y te cuida.
De la Luchita también aprendí,
el gusto por lustrar los zapatos.
Me decía, “cuando quieras saber
como es (de cuidadosa) una persona,
mírale los talones de sus zapatos”.
Me decía que cuando tuviera pena,
me acercara a una fuente
a escuchar correr el agua.
Como en esa pila de piedra,
que después estuvo en la entrada.
En los almuerzos de los domingos,
la gritería de los grandes era tal,
que parecía que se iban a matar.
Los niños callados esperábamos
mientras la fuente pasaba,
de puesto en puesto antes de llegar.
Después de la empanada
servían una taza de té.
Los platos más esperados
eran la escalopa cordón bleau,
que la Tita Olla aprendió en Puerto Varas
en su luna de miel, el bistec a lo pobre,
y el nido hecho de puré de papas dorado,
con dos huevos fritos al centro.
Para la Pascua, después de comer,
tres horas antes de la Misa del Gallo
para poder comulgar,
había que superar la vergüenza
y hacer “representaciones”.
A la vuelta de Misa una Pascua,
encontramos en el pasto a medio vaciar,
la bolsa roja del viejo pascuero.
Demostración definitiva que les día,
a la Carmen y a la Pilar,
de que el Viejo Pascuero existía.
En los matrimonios de los Guzmán Bravo,
siempre estaban el tío Poncho Guzmán
y su mujer la Mariíta Matta, que vive aún,
y Alfonso y José Antonio Guzmán Matta.
Me sorprendía,
que mujeres tan buena mozas como la Manena,
estudiaran matemáticas,
las acuarelas del auto volador que inventó Willie Guevara,
20 años antes que los hoovercraft,
la casa de la Nina y Perico con el corredor en pendiente,
que yo copié en el Hotel Remota en Puerto Natales.
La música de Bach, que escuchaban Pato y Alberto
en su escritorio a la entrada,
el patio de luz repleto de mügets,
el canasto que subía y bajaba a la casa de la Nana,
el timbre escondido en el ojo del dragón chino
al pie de la escalera,
el olor a madera,
la cortina modernísima que la Julita Alcalde pintó,
para la pieza de la Olguita, mi hermana.
Conocí la felicidad
de la vida al aire libre en el campo,
gracias a la generosidad
de la Tía Mariana y del tío Fernando,
las personas más simpáticas y cariñosas.
Un día galopando por la alameda frente al campo,
su potro el Retinto se metió entre de dos caballos
que iban adelante, y le quebró las piernas.
No entendíamos que lo mandara al matadero.
Mi mama que no era de campo nos hacía camisas,
el Pocho me ensillaba la Mora,
una lámpara encendida toda la noche en la llavería
del fundo Los Huertos de Quechereguas,
el enorme dintel de las ventanas con postigos
en los muros gruesos de adobe de las casas,
las idas a Misa en el coche,
un ford 30 partido por la mitad
tirado por un caballo con anteojeras.
La belleza y libertad para pensar de la tía Carmen,
que se completaba tan bien con el rigor de mi madre.
La independencia o timidez del tío Juan,
de la Paulina, y de Rafael Molina,
que también es una buena posibilidad para sobrevivir
en una familia tan rica y diversa.
El carisma de la Nina, el parvulario y sus clases.
La manera acogedora de escuchar de la Nana,
su estadía en Paris,
el libro de Cocina Popular,
que me ayudó a comer bien en Barcelona,
pero sobretodo junto con los juguetes de la Tita Olla,
me hizo ver el esplendor que tiene nuestra familia,
y confiar en el amor al trabajo bien hecho,
para lograr mucho mas que sobrevivir.
La Rosario casi mi hermana mayor,
la Carmen y la Pilar mis compañeras,
la Marianita y la Carolina, tan cariñosas,
y siempre adelante en la vida:
los hombres somos más tontos,
y nos demoramos en entender.
La suerte de tener todavía una madre,
y dos abuelas que nos cuidan
desde el más allá.
Mi papa, todavía en el mas acá,
tan callado y necesario,
aunque nadie lo conozca muy bien.
Y la bondad de mi abuela María
que nos dio la seguridad afectiva necesaria
para vivir mas o menos bien
la vida que nos ha tocado vivir.
Los quiere,
Germán del Sol Guzmán
Querido Germán,
Al recibir tu precioso poema a Tita Olla
te he visto como un chamán, con manta corta, chupalla y ojotas,
convocando presencias queridas que emergen y acuden encantados,
como si tal cosa, al encuentro de la ternura,
que es su escondrijo predilecto.
Aunque tengo valiosos reemplazos,
no creas que algo de envidia no me da
no haber compartido contigo a Tita Olla.
Pero tengo a Olga pescada por las mechas,
y no se me me escapará nunca.
Te abraza y te quiere, José Manuel
martes, 7 de diciembre de 2010
lunes, 8 de noviembre de 2010
Wabi Sabi. Pobreza Elegida.
Salam Amelikun!
¡Que la paz sea contigo!
Las moscas no te dejan tranquilo
y el sol inclemente
olvida la sombra y la atraviesa
con una bocanada de su aliento
que lo calienta todo,
Como sabes, aquí en Marruecos
se tapan para refrescarse,
se echan la manta al hombro
para tener frío,
así el cuerpo está más fresco que la tarde,
y aunque muchos prefieren caminar de noche,
el único alivio verdadero
es la sombra oscura de las casas sin ventanas,
con piso de tierra
muros de tierra
y techos de tierra
de varios pisos de vigas de madera
que dejan pasar corrientes de aire
que suben con la misma velocidad
con que la luz baja sin perderse
por los muros de los patios
de hasta seis pisos de alto.
Te habrás preguntado alguna vez,
¿Qué sostiene a la gente en su pobreza?
¿Qué hay de bueno en la pobreza?
pues como el destino no puede ser solo
el cumplimiento de una tremenda injusticia,
habría que ver en ella que hay que deba salvarse
y que hay en ella que debe superarse,
porque una cosa es prescindir de algo
por voluntad propia
y otra muy distinta es pasar hambre
sin querer ayunar
o frío, sin buscarlo.
Pero obviamente acumulamos cosas
que nos esclavizan y que podríamos perder
para liberarnos a ratos o para siempre
y para empezar, de la necesidad de poseer
lo que en verdad no se posee,
como casi todo lo que es fundamental:
¡un paisaje no cambia cuando uno piensa es mío!
ni una persona,
ni un animal,
ni un cuadro,
solo es nuestro dice Borges
lo que hemos perdido,
para mi, dice, que soy ciego
los colores valen más
que para quienes los pueden ver,
pero sería hipócrita hacer
un elogio de la pobreza
así como así
sin darse cuenta
cuanto mejora la vida humana
cuando tenemos la libertad
que da la civilización
de ser un escalador
o un cantor
y no esclavos de la pirámide
o del huerto,
del clima o de las invasiones
de otros pueblos,
muchos avances
obvio, no todos buenos,
pero hay saber distinguir
para no meter toda la cultura
el mismo bulto,
y despreciar lo que es favorable.
No hay que olvidar que la vida
es más difícil que lo que crees,
creo…
Deja los estados de ánimo
no les hagas caso,
de los días malos nacen los buenos,
como “el cielo nacido tras la lluvia”
dice nada menos que Jorge Teillier.
Un abrazo,
Germán del Sol
8 de Noviembre de 2010
martes, 2 de noviembre de 2010
Un Día En El Mas Allá.
El Quique Amenabar, Juan Caribe, Angel Arrigorriaga (que tomò la foto) y yo,
en la isla Margarita, Venezuela, Febrero de 1970
Un día en el mas allá,
los últimos serán los primeros.
Por el momento, y en el mas acá,
no.
A veces,
es mejor viajar ilusionado,
que llegar,
mejor retirarse a tiempo,
que esperar.
A veces,
es mejor pasar por el barro
sin ensuciarse,
que lavarse las manos,
sin pasar por el barro,
por no dejar no más.
Tener hambre es humano
y comer es milagro.
Mejor quedarse con hambre
que comer demasiado.
Es humano ofender sin querer
y queriendo también,
y mas vale pedir perdón tarde,
que nunca.
Celebrar es humano,
y cuando uno quiere
nunca faltan buenos motivos.
Mejor encontrarlos primero,
y celebrarlos después.
No vayamos a repetir los ritos
sin motivo, ni celebrantes.
Cuando se pierde se piensa,
mejor jugar que ganar,
pero siempre es mejor jugar,
que mirar.
Es humano reír y llorar.
Es mejor reírse de uno,
y llorar por otro.
Es mejor divisar cien pájaros volando,
que tener uno en la mano,
dice mi madre,
mejor tener sueños que valgan la pena,
no vaya a ser que se cumplan.
El hermano de don Julio Avilés,
no es tonto ni para soñar:
dice que sueña con gringas.
Mejor tocar primero la campana,
y salir después con la procesión.
Ni el placer ni el dolor
se suman o se guardan.
Son pasajeros,
que no se detienen:
el placer y el dolor, pasan.
Sólo queda, lo que hace falta.
El tiempo tampoco se guarda.
Dejándolo pasar confiado,
uno se asoma a la eternidad.
El tiempo que se cuenta,
es el tiempo perdido.
Pero lo que ha perdido amigo,
lo que no tiene,
no se lo quita nadie,
y tal vez por eso sea
lo ùnico que vale.
German del Sol
Diciembre 2004
lunes, 13 de septiembre de 2010
No Trates de Convencer a Nadie..
jueves, 9 de septiembre de 2010
Algunas Cosas Que Me Enseñaron y Me Sirven.
Queridos amigos artistas y arquitectos,
Les agradezco mucho la paciencia de leer mis cartas.
Sé que es más difícil leer que escribir.
Y sobre todo encontrar algún aporte
entre las ideas que voy a resumir.
No vengo a escribir sobre mis obras,
sino de aquello que me enseñaron,
y que me ha servido para hacerlas.
Creo, que me enseñaron
a pensar en abstracto de una manera ordenada,
más que transmitirme las destrezas u oficios,
que uno aprende y perfecciona con la práctica.
A pensar, y también a hacer caso a los sentimientos,
para comprender lo que en cada momento nos pide la vida.
Y para responder a los cambios,
con las certezas relativas de la arquitectura,
como son el plano horizontal de una plaza,
o la línea recta de un muro.
Tal vez, una característica de la condición humana
es que somos enseñados por otros,
que a su vez han sido enseñados por otros.
Pero también, que somos enseñados sin querer.
Cuando uno es joven quiere aprender fácilmente,
porque uno no se da cuenta de que sólo se conoce
aquello que opone resistencia.
Tal vez, solo pasando bastante calor
se conoce el frescor del agua
o el de una buena sombra,
pasando hambre y frío,
se conoce el sabor del pan
y la protección de un buen abrigo,
sintiendo soledad,
uno se conoce a sí mismo,
y puede reconocer al amor
cuando se presenta,
porque como dice Godofredo Iommi,
...."Para recibir un regalo
uno tiene que estar con las manos vacías"....
El amor y la inteligencia son la resistencia,
que la vida pone a la indiferencia.
Tal vez, sólo dibujando y dibujando,
muchas horas sin parar,
probando y probando soluciones favorables
orientadas a cumplir el sentido de la obra,
sin temor a equivocarse,
pero sin apegarse tampoco a antiguos aciertos,
solo así uno vence la inercia de la hoja en blanco,
e inicia el camino que es el proyecto.
Todo lo que pasa después,
son las consecuencias de empezar errando,
para luego corregir y corregir
hasta lograr reunir ideas sueltas
y formar un todo que es la obra que proyecta,
como quien rodea pacientemente sus animales,
y los lleva después echando polvo hasta el corral.
Quizá, los poetas que he leído,
y que yo siento que son mis amigos,
me enseñaron a estar abierto a trabajar,
con todo lo bueno que haya disponible.
Sin echar nunca de menos lo que falta.
Y a ver oportunidades,
donde otros ven obstáculos.
…“Tomaré agua si me ofrecen agua,
Tomaré vino, si me ofrecen vino”…,
dice el poeta chileno Jorge Teillier.
Tal vez no fue la escuela sino mi abuela,
como le llamo no sólo a mi abuela
sino a lo que me queda rondando,
de lo que dicen las personas que conozco,
los libros que leí,
o las ciudades como Santiago, Barcelona o Palo Alto
en las que viví.
Las que me expusieron un poco a la belleza,
de las personas y las cosas tal como son.
Y me mostraron también, que si uno las mira con afecto,
las ve no sólo como son, sino también como no son.
La belleza de Barcelona o Nueva York,
aparece en el afecto de sus habitantes.
A mirar se aprende, mirando.
Pero primero alguien tiene que enseñarnos
el nombre preciso de los hechos y las cosas,
que las separa unas de otras y las saca
del conjunto inefable que es la ignorancia.
Mirando los objetos de la cultura material,
las costumbres y los ritos
de casi todos los pueblos que conozco,
aprendí que el hombre y la mujer buscan un más allá,
que trascienda el puro sobrevivir.
Tradición no es sólo cuidar los objetos
y los ritos de nuestros pueblos,
sino cuidar de que se hagan ahora
con el mismo el fervor de antes.
Tradición es cuidar el espíritu con que están hechas,
y no la pura apariencia de las cosas.
En Chile es tradición hacer mucho con poco
con más ingenio que medios.
Ese diría yo, es el espíritu de la arquitectura
sostenible, verde, o ecológica.
Es nuestra tradición negociar y adaptarnos
para sobrevivir a los cambios,
lo que ahora llaman resiliencia
de una manera tan poco poética,
y que antes llamábamos coraje o aplomo;
o no contentarse nunca con el mínimo,
y buscar siempre algo más
que lo indispensable para sobrevivir,
que revele la dignidad de la existencia.
La tradición nos enseña,
que el arte transforma el barro que recibe
en oro que da.
La cultura americana hace soñar por ejemplo
-y aunque uno no llegue nunca a serlo-
con tejedores que siempre aciertan el color de la hilada,
con alfareros que celebran la vida en cada pieza que hacen;
con hortelanos que se distribuyen sin pelear el agua,
con las manos pacientes de artesanos,
con albañiles de paredes arrugadas
que reciben el polvo como un regalo,
o con constructores de penumbras donde la vista descansa,
entre sombras luminosas y vibrantes;
con poner bancos asoleados en el patio para el frío del invierno,
o construir plazas vacías separadas por muros temblorosos de barro,
del resto de las cosas, naturales e inertes.
Rafael Moneo,uno de los mejores maestros,
nos dijo una vez, que no hay nada que inventar,
que en arquitectura todo está inventado.
Tal vez, así aprendimos a no buscar la permanente innovación,
sino a volver atrás a los orígenes tanto como se pueda,
para hacer las cosas de nuevo un poco mejor.
Aprendimos a no ser creadores,
sino descubridores de un arte
que está oculto u olvidado,
en la cultura de cada lugar
que se podría llamar el país,
y en su relación con la naturaleza,
conjunto al que llamaría, "paisaje".
Y que de buenas a primeras no se ve,
porque la buena arquitectura es invisible,
no está en la forma, sino en el contenido,
que sugiere lo que no vemos ni podemos nombrar,
las cosas queridas u olvidadas,
los sueños posibles e imposibles,
las cosas imaginadas o temidas.
Es el lugar al que miramos con esperanza
cuando estamos distraídos o apenados.
Sugerencias que pueden llenar el cubo vacío,
que refleja la existencia actual.
Hacer que allí aparezcan,
el misterio que existe y que no se ve,
las cosas importantes de la vida, por ejemplo,
el silencio no interrumpido,
el canto de pájaros al amanecer,
un ambiente dedicado al trabajo,
a la oración recogida;
el frío de una sombra,
los pasos, o la voz,
de las personas que uno quiere...
Después de aprender a maravillarse con estas cosas,
uno puede tratar de hacer lo mismo de nuevo, y de otro modo.
Verá gracia en la forma imprecisa de las construcciones precarias.
Y tal vez, entenderá que todo lo que parece frágil e inconcluso,
esta abierto y llena de potencial para ser fecundado
por lo que la vida trae con el tiempo, y los cambios.
Podríamos haber recibido un mundo urbanizado,
con calles plazas y casas.
Pero el creador dejó su obra inconclusa,
para que los hombres y mujeres la termináramos entre todos.
Para que cultiváramos la tierra,
que es lo más propio de la condición humana.
La arquitectura es cultural porque cultiva,
es decir transforma la naturaleza,
que no tiene un fin en si misma,
como creen algunos fundamentalistas de la ecología,
en un lugar fecundo para vivir.
Paraíso, en griego significa, jardín plantado.
Quizá, la arquitectura no requiere que todo sea bueno.
Me enseñaron a darle a cada obra un privilegio.
A jugarme en lo que en cada caso importa más,
y a confiar en que los demás harán el resto.
Aprendí también, que la arquitectura
no debe confundir nunca lo importante con lo urgente:
es urgente hacer casas,
pero lo importante es que para cada uno,
su casa sea un palacio de esperanzas.
La buena arquitectura que no cuesta más dinero,
aporta la belleza que humaniza las cosas,
y despierta en nosotros el más allá invisible
de las esperanzas y los sueños.
Para vivir no se necesita solo un resguardo
de la lluvia, el barro, el frío,
sino también la gracia
que da vida a los materiales y las cosas inertes.
Todos buscamos trascender aunque sea modestamente,
la dura tarea de sobrevivir.
La belleza no es decorativa ni glamorosa,
sino una sintonía o complicidad
que muestra el lado bueno de las personas y las cosas.
La belleza es tan necesaria como el pan para vivir
porque es un destello de la creación
de la que todos somos parte;
nos enseña a vivir mejor la vida,
y conmueve el corazón
del salvaje que todos llevamos dentro.
He contado estas experiencias,
para saber si Uds. sienten lo mismo,
porque yo no estoy muy seguro de nada,
y por eso me juego entre luces y sombras,
pero con esperanza,
y mi mejor momento es el alba,
cuando la vida late esperando la luz,
y esta todo por verse,
Muchas gracias,
Y que Dios los bendiga.
Germán del Sol
Arquitecto
10 de Septiembre de 2010
domingo, 25 de julio de 2010
¿Conservar Lo Pasado?. ¿Y Cómo?.¿Y Para Qué?
“¿Conservar lo pasado?, ¿y cómo?, ¿y para qué? Ha pasado, pasamos, lo que se pretende conservar es irrecuperable. Para siempre.”…
“Pero todo pasado se abre en función de un presente, y esta nueva representación…..también será memoria y evocación para los que vengan después.”
Virgílio Ferreira
“Pensar”
“Pero todo pasado se abre en función de un presente, y esta nueva representación…..también será memoria y evocación para los que vengan después.”
Virgílio Ferreira
“Pensar”
miércoles, 30 de junio de 2010
El Coraje es un Sabor Aprendido.
Gracias querido amigo,
El coraje es un sabor aprendido,
igual que el caviar y el vino,
si uno quiere hacer tortillas
tiene que romper huevos,
don Quijote dice,
¡deja que los perros ladren
es señal de que cabalgamos!,
cada uno ve lo que puede ver,
cada uno ve lo que ve,
cada uno ve lo que cree
si no ven un aporte
no ven un aporte,
alguien dijo:
No trates de convencer a nadie,
trata de que un día se encuentren con tus ideas
dentro de sí mismos,
Un abrazo
Germán
miércoles, 23 de junio de 2010
Los Edificios Altos con Sello Verde.
Cuales son los mejores edificios altos del sur de América?
Ninguno, creo yo.
Tal vez, en las ciudades de América al sur del río Grande,
no tiene sentido hacer edificios de más de 5 o 6 pisos.
Quizá, no sea necesario hacer aquí edificios altos,
porque la escasez de suelo que los podría justificar,
está creada artificialmente por la especulación
que facilita la política de fijar unos límites urbanos,
que se corren poco a poco para abarcar más suelo.
Tal vez, tampoco sea necesario aqui
hacer edificios altos para abaratar
el costo proporcional de infraestructura de la ciudad,
que no es necesariamente más alto en barrios de baja densidad
que en barrios de alta densidad, como lo demuestra Sanhattan.
Tal vez, una de las mayores riquezas que nos negamos a usar,
es la abundancia de suelo apto para construir,
para esa mayoría que prefiere si puede elegir,
vivir en casas y barrios más dispersos por gusto,
y no porque no deseen una vida urbana.
Porque lo que hace que los barrios de una ciudad
sean urbanos, o sea más amables y tolerantes
para acoger la diversidad propia de la vida en la ciudad,
no es el urbanismo ni la arquitectura,
sino la urbanidad de las personas:
su educación o preparación,
para vivir bien en la proximidad de los otros.
Son sus habitantes los que hacen que una ciudad sea urbana,
y no la forma ni la densidad de la ciudad.
Incluso hay barrios más altos y más densos
que son menos urbanos que otros
más bajos y mas dispersos.
Y vuelvo a repetir el ejemplo de Sanhattan.
Quizá la arquitectura es ecológica,
cuando no se limita a construir,
sino que abre en su ambiente natural y cultural
un vacío que sea fecundo para cada cual,
porque se llena
con lo que cada uno lleva consigo.
Para nosotros el paisaje es el país.
Una relación cultural entre las personas
y su entorno natural.
No es pura naturaleza como creen algunos,
aunque sea con las mejores intenciones
de conservarla.
Tal como en un pic-nic uno come lo que lleva,
en el paisaje que lo rodea cada uno ve
lo que lleva consigo.
Quién no distingue un árbol de otro,
solo verá del bosque su masa verde.
Quizá, la arquitectura de la América Latina
es de por sí ecológica,
porque trabaja sacándole partido con gracia,
a recursos que son casi siempre escasos.
Tal vez, la arquitectura solo es ecológica,
si hace bien lo que es importante,
para cumplir bien su función,
y no pierde energía inútilmente en alardes.
Tal vez por eso, la arquitectura ecológica puede mostrar,
que la belleza es el mayor de los lujos,
y no cuesta plata.
Sólo requiere que se trabaje con cuidado.
Y de esos cuidados gratuitos que prestamos a las cosas,
nacen la belleza y la gracia
que nos son tan caras o queridas.
Es ecológico construir menos y ofrecer más.
Hacer que lo importante aparezca como un privilegio.
Y que lo que no es importante desaparezca.
Que la uno se detenga
a gozar de ese silencio sugerente,
que llena el vacío creado por la arquitectura,
con las cosas que le importan.
Sin los estímulos que lo distraen en la ciudad.
Que uno disfrute de la cultura de la gente
que ha vivido feliz en los lugares más duros,
con más ingenio que medios.
En Chile el rascacielos más alto es la torre Titanium.
Y consiguió un sello verde como si fuera ecológica.
¿Que puede tener de ecológico un rascacielos
que resulta innecesario en un país
donde sobra y nos gusta el suelo?
Saludos,
Germán
viernes, 18 de junio de 2010
Que La Izquierda No Sepa Lo Que Hace La Derecha.
Hola german,
Con respecto a lo que me escribiste en el mail,
concuerdo plenamente contigo,
Lo que hace una mano no debe saberlo la otra.
Incluso me acorde de ti porque en misa el otro dia (miercoles)
el evangelio fue justo ese.
Leyendo algunas Cartas al Director de El Mercurio, extraigo:
" La vanidad y autosuficiencia son peligrosas:
No hay que presumir de haber terminado con los campamentos en Chile,
como hizo el buen samaritano..."
Con respecto a la Iglesia de Chepica,
las obras de arquitectura están hechas
para que la gente de una localidad
vea el esplendor de sus vidas,
que entre otras cuida sus tradiciones,
que consisten en cuidar
de seguir haciendo sus obras con cuidado.
Me extraña que una obra asi no sea reconocida.
Me intriga el hecho de que no sea advertida
su relevancia si en un blog de arquitectura
donde simples estudiantes escriben opiniones
se haya formado un debate interesante acerca
de como deberiamos reconstruir chile.
Voto por la participacion ciudadana
en la eleccion de lo que importa
y nos deberia presentarnos a nosotros mismos,
tal como somos,
o mejor dicho,
mejor de lo que somos
Estaba leyendo a Octavio Paz
y acordandome de nuestra charla por mail:
"Poco a poco tire por la ventana
la mayoria de mis creencias y dogmas artisticos.
Me di cuenta de que la modernidad no es la novedad
y que para ser realmente moderno,
tenia que regresar al comienzo."
Segui leyendo y encontré una cita
sobre lo artesanal y lo industrial,
y me puse a pensar donde quedaba Chépica,
tal vez la obra es considerada algo artesanal
fuera de las pautas dictadas por la modernidad:
"El ideal del diseño es la invisibilidad:
los objetos funcionales
son tanto mas hermosos cuanto menos visibles"
Curiosa transposición de los cuentos de hadas
y de las leyendas árabes
a un mundo gobernado por la ciencia
y las nociones de utilidad y maximo rendimiento:
el diseñador sueña con objetos
que sean servidores intangibles.
Lo contrario de la artesania,
que es una presencia fisica
que nos entra por los sentidos
y en la que se quebranta continuamente e
l principio de la utilidad
en beneficio de la tradicion,
la fantasia y aun el capricho."
(Y yo diría la belleza de su esfuerzo gratuito).
Trasladando el ejemplo a la arquitectura
(en donde los ordenes son distintos a los del diseño,)
y radicalizándola,
Es mas hermosa la arquitectura
mientras mas funcional y mas invisible es?
Si es así, claramente el rojo no ayuda.
Por otro lado si es una obra artesanal evoca sentidos,
y cuando veo la maqueta incluso asi de roja me imagino
a un par de monjas caminando por el patio interior o a uno
cruzando y admirando que en Chépica hallamos construido
algo que pareciera hubiera estado siempre ahi.
De renunciar a algo
prefiero que tu obra no salga escogida en ningun lado,
prefiero que sea algo "artesanal",
que traiga a la superficie los sentidos...
...Y a esas monjas caminando tranquilas
por el patio en medio de unos arboles.....
"...El placer que nos da la artesania
brota de una doble transgresion:
al culto a la utilidad
y a la religion del arte...
Nuestra relacion con el objeto industrial es funcional;
con la obra de arte semirreligiosa;
con la artesania, corporal..."
un abrazo Pablo
jueves, 17 de junio de 2010
La Iglesia en Chépica.
Hola Pablo,
Me gusta lo que dices,
tu cuento es bueno
incluso si fuera cierto.
La Iglesia en Chépica ha puesto nerviosas
a muchas personas valiosas que con buena fe
piensan que seguir la tradición
es usar el sombrero del abuelo,
y no comprarse uno nuevo
como hacía el.
Nuestro proyecto de la Iglesia de Chépica
no estará en la exposicion que habrá en la próxima Bienal
dedicada a la reconstrucción,
porque segun dijeron dos miembros del jurado
no aporta nada.
Me parece que lo primero que aporta es esperanza.
porque tres meses y medio después del terremoto,
hay un grupo de gente de la comunidad de Chépica organizada,
juntado fondos para este y otros proyectos de recsntrucción,
y tenemos el proyecto de la iglesia listo para cálculo
con el apoyo del cura párroco don Luis Piña,
y del Obispo, que han sido claros y decididos al respecto.
La caja de madera del principito de la que hablas,
contiene todo lo que uno imagina
y que está en potencia:
porque está cerrada excepto
por unos agujeros pequeños
que dejan mirar como a través
de la cerradura de una puerta.
La Caja de madera transparentes
se agotadan de un vistazo,
y a mi gusto hacen la vida imposible
para alguién que no tiene intimidad ninguna,
que vive en un escaparate,
una vitrina de tienda que sirve para mostrar y mostrarse
como algo bueno y deseable,
peor si es la caridad
que solo vale cuando
la mano izquierda no supo
lo que hizo la derecha.
¿y tu que opinas?
un abrazo
German
lunes, 7 de junio de 2010
La Arquitectura Es Dar Casas, Calles y Plazas.
Proyecto Iglesia de Chépica, Germán del Sol, Junio 2010
Estimado Patricio,
Gracias por tu carta tan simpática.
La arquitectura es dar casas, calles y plazas
para que la vida humana
encuentre su plenitud en cada cultura,
que es lo mismo que decir en cada ciudad.
Porque la cultura actual es la ciudad.
El paisaje es lo que cada uno lleva consigo,
cuando va mas allá de la ciudad,
que es el mundo calculado y medido
aparentemente tan favorable a la vida humana,
cuya condición sin embargo es,
no saber mucho de nada.
Toda obra de arquitectura que se precie de tal,
colabora a esa capacidad de acercarse
al esplendor de la condición humana,
que no se encuentra en los muros construido
sino en el vacío que se abre entre los muros,
y que la arquitectura debe llenar de sugerencias
que sean fecundas para cada uno,
sugerencias que le reflejan a cada cual,
el esplendor que tiene su vida
a pesar de todas sus miserias......
Todas las obras en ese sentido son casas, o no son nada.
Todas las obras o son sociales
o son antisociales y no son arquitectura,sino otra cosa.
Un abrazo,
Germán
Echamos de Menos Que Haga Casas.
Proyecto Iglesia de Chépica, Germán del Sol, Junio 2010
Proyecto Iglesia de Chépica, Germán del Sol, Junio 2010
Le escribo para saludarlo y saber de ud.,
porque lo sigo como persona y arquitecto desde el año 2006,
cuando vino a dar una charla a la U. Autonóma de Temuco.
No se si recuerda.
Mi nombre es Patricio, arquitecto de esa escuela,
y por esos años le escribia,
y Ud. con la sensillez y generosidad de un genio, me respondía.
A través de las cartas de su blog lo leo cada 15 dias, más o menos,
sobre todo cuando la vida y el trabajo se vuelven un poco rutinarios.
Allí en su cartas hay una energía suficiente para devolver el alma
y la alegría al cuerpo y al oficio de uno. Créalo. En su página,
la información no está muy actualizada,
por eso me preguntaba que sería de su obra.
Afortunadamente estoy terminando un magister en la U de Chile,
se llama Mg. en Habitat Residencial.
Allí se sostiene que el habitat residencial es el lugar (fisico y social)
donde las personas habitamos,
creamos nuestras relaciones sociales,
desarrollamos nuestra cultura,
mantenemos sentimientos de pertenencia
y nos apropiamos del espacio,
individual y colectivamente.
Fundamentalmente el Habitat Residencial posee 3 dimensiones:
Paisaje Natural y Construido,
Socio-Cultural y Politico-Economica.
Sus cartas tratan ejemplarmente
lo que ocurre en la dimensión social y cultural,
su obra refleja un equilibrio entre el paisaje natural
y construido, absolutamente todas.
Para hablar de la dimensión politico-economica no sé,
me quedo un poco corto. A muchos nos gustaría verlo
haciendo viviendas sociales de calidad,
planes de reconstrucción para las zonas afectadas por el terremoto,
proyectos de ese tipo,
que entregen la calidad de vida que ofrece su obra a muchas personas... (
sería un sueño ver algo asi para muchos de nosotros,
pero también entiendo que esos proyectos implican una gestión urbana,
o del Habitat Residencial,
que como arquitectos no realizamos mucho,
ya que no nos metemos mucho en politica y en la economía,
que es donde están los actores que toman esas decisiones.
Ese tipo de proyectos parece depender mucho de voluntades politicas,
uno debería meterse más en eso,
creo tenemos la capacidad, la voluntad, las ganas
y la moral para hacerlo.
Harta energía y exito, que siempre lo seguiremos.
Ahora en Temuco hay niebla y esta lloviendo, saludos desde acá.
Patricio
viernes, 28 de mayo de 2010
La Ética Detrás Del Oficio.
Matias y Germán del Sol Stuven
La ética detrás del oficio
En relación al texto de Rafael Moneo sobre Álvaro Siza - Vieira,
me propongo analizar las cuestiones principales
en torno a las que gira su idea de la arquitectura.
Considerando que Moneo comienza dando algunas pinceladas
sobre lo que caracteriza al arquitecto portugués,
para luego aplicar sus parámetros
en un minucioso análisis de algunas de sus obras,
me parece que lo importante en este ensayo
es destacar aquellos aspectos
que hicieron de Siza un artista singular,
y creo que esto requiere, antes que nada,
comprender la ética en la que se fundamenta su oficio.
Si tomamos en cuenta algunas de las enseñanzas de Sartre,
en “El existencialismo es un humanismo”
entenderemos que él le otorga la responsabilidad al individuo.
Pero no a un individuo aislado,
sino a un individuo que forma parte de un cuerpo social
y que, por lo mismo - dicho en simple -,
debe sopesar sus actos conforme a cómo sería el mundo
si todos actuaran como él.
Quiero decir, ya no es el revolucionario
que intenta que las masas cambien de parecer
o adhieran a determinadas doctrinas,
sino que es el hombre,
en la intimidad de sus decisiones,
el que cambia el mundo y fija el ejemplo a seguir.
En el contexto del movimiento moderno,
donde quizás el ego del artista
ha sido profundamente sobrevalorado,
adquiere aún más valor la presencia
de un personaje como Álvaro Siza,
fiel cuidador de una ética
en la que hacer las cosas enseña a hacerlas.
En mayor o menor medida, todos somos testigos
de la proliferación de arquitecturas meramente estéticas,
en las que parece que el arquitecto quisiera gritarle al transeúnte:
“Yo construí esto, Mírame”
Proyectos pensados para la fachada,
o la foto de publicación.
Sin embargo, Moneo dice sobre Siza que “él no actúa,
simplemente desvela aquello con lo que nos sorprende”
Entiendo de lo anterior,
que el arquitecto no está para imponer maneras de habitar,
o de moverse. Ante la pregunta de cómo trabaja,
Siza contesta que primero busca,
y luego reconoce la realidad,
siempre atento, al lugar, a la gente, a los materiales.
Por lo mismo, resulta que su labor
no es - obviamente - la de Dios, que crea,
en todo el sentido de la palabra,
sino la del poeta,
que recoge lo existente
y le da una nueva mirada.
La osadía de su trabajo consiste en detenerse,
en comprender lo que ocurre en el lugar;
cómo se mueven las personas, cuáles son su necesidades.
Su maestría reside en ser capaz
de vislumbrar lo que ya ocurre,
y darle un lugar propicio.
Es por esto que no cabe aquí el ególatra moderno,
ya que cuando este propósito se cumple,
el artista desaparece.
También dice Siza,
que “un lugar es por lo que es y por aquello que quiere ser”
y luego “No pongo a prueba la madera de la nave en el mar,
los excesos la destruirían. Estudio las corrientes, los remolinos”
De ahí que no tenga mucho sentido exigirle al espacio
que sea, desde cero, lo que el arquitecto quiere.
El objetivo será apropiarse de lo que ya existe,
y permitirle que se transforme en lo que quiere ser.
A través de su mayor o menor sintonía con el hombre,
el arquitecto intentará que lo que ya está presente,
adquiera su máximo esplendor en la obra.
Pero esto no pasa si el que proyecta
está aislado del azar propio de la vida,
buscando lo nuevo por lo nuevo,
en la frialdad de su estudio.
Por el contrario,
pasa en el contacto con la realidad y su ambivalencia,
en la comprensión del epicentro de conflictos
que es cualquier actividad humana.
Y entiendo que es en la manera de resolver dicho problema
donde nace propiamente el arte,
cuyo resultado final es - dirá Siza - siempre una sorpresa.
Porque como él no está esperando
que el lugar se convierta en algo determinado,
el proyecto acabado aparece frente a los ojos
como la forma mas evidente
de congeniar las variables disponibles.
Y cuando esto se ha conseguido sin ostentaciones,
no podría ser menos que impactante.
ResTaurante Boa Nova, Alvaro Siza Viera
Nos sirve como ejemplo de lo anterior,
el restaurante Boa Nova,
en el cual Siza recibe un escarpado roquerío junto al mar.
El arquitecto podría haber dinamitado las rocas,
y construido encima lo que viniera a su antojo.
Pero, conforme a la ética que hemos descrito,
opta por aprovechar lo que el paisaje le ofrece,
no para imitarlo,
sino para articular su proyecto en torno a él.
Y eso no significa, por disparatado que parezca el ejemplo,
que el restaurante deba tener forma de roca
para que se asemeje a su entorno,
sino simplemente que los muros emergen de ellas
adoptando su característica esencial, la cimentación.
Acto seguido entonces, viene la determinación,
aquello que Siza “dice” sobre lo que ya estaba dicho;
esa línea horizontal del techo
que modesta pero inequívocamente declara la presencia humana
a través de una continuidad geométrica,
inexistente en la naturaleza (la recta).
Algo similar podemos apreciar en las piscinas de Leca da Palmeira,
donde nuevamente Siza recibe un roquerío,
aunque esta vez con una misión diferente.
Para permitir que las personas se bañasen,
lo único realmente necesario
era contener y apaciguar las aguas,
cosa que el arquitecto consigue
levantando pequeños muros verticales entre las rocas
que permiten que el agua se acumule y no escurra.
Pero son los pequeños detalles los que importan.
Porque no construye todos los muros que puede,
sino sólo los imprescindibles,
valiéndose de las rocas para que realicen el trabajo restante.
Y yo no llamaría a esto minimalismo, sino sentido común,
consciencia de escala, por último, humildad.
Por si fueran pocos los ejemplos,
tenemos las viviendas sociales de Malagueira,
en las que para conseguir
el aparcamiento organizado de los autos,
Siza no pinta líneas de demarcación;
le basta con establecer la medida justa de la calle
para que eso suceda como sucede.
En términos poéticos,
diríamos que no le construye el verso al lector,
sólo da el pie forzado para que él pueda acabarlo.
En conclusión, podríamos decir
que la obra de Siza brilla desde su luz interior,
dialogando con lo que las cosas son en esencia,
y que esto viene dado
por un fuerte sentido de la responsabilidad
que supone hacer arquitectura.
Por ello, acabo con la sensación
de que el origen de la calidad de su obra
está en su ética, y no en su estética.
Aún más, creo que él construye desde la pregunta incesante,
desde los contrastes,
así que si nos llega a parecer
que en sus últimas obras se desvió un poco del camino acostumbrado,
veremos a Pessoa salir en su defensa:
“Nada es más representativo de la vida que aquellas noticias de los diarios que desmienten hoy lo que esos mismos diarios dijeron ayer” (Libro del Desasosiego, Emecé)
Germán del Sol Stuven
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